Es difícil no tomar bandos
cuando encauzas una obra coral tan "competitiva" como es Canción de
hielo y fuego. Lejos estoy de culpar a nadie por hacerlo: de hecho, considero
que una de las formas más divertidas de abordar la lectura de esta saga es
acogiéndote a un frente principal en la guerra que en ella se narra. Es una
manera preciosa de implicarse y vivir la historia, y, personalmente, la
recomiendo a los neófitos.
David Benioff y Dan Weiss, showrunners de su adaptación televisiva,
tienen las cosas claras y también han elegido un bando. Saben qué personajes
les gustan y cuáles no, y lo veo legítimo. Sin embargo, trasladar esas manías y
predilecciones a su obra e imprimir una lectura brutalmente posicionada a la
hora de abordar a los personajes me parece muy injusto. Injusto, en primer
lugar, porque la obra de Martin se caracteriza precisamente por retratar de
forma imparcial el conflicto: su gusto por Daenerys no impide que su trama en
Meereen sea una sucesión de decisiones torpes y desacertadas. Con estos dos eso
no ocurre. Convierten sus opiniones sobre la saga en interminables soliloquios
aleccionadores que parecen gritar al espectador qué bando es el bueno,
arrebatando así otra gran virtud de la saga: el poder elegir por uno mismo
quién tiene razón y quién no. Benioff y Weiss, ansiosos por hacer de su lectura
una suerte de canon universal, deforman y destruyen a los personajes a su
antojo para que se correspondan con sus ideas sobre la obra de Martin.
Tristemente, esto suele trasladarse al fandom, que más de una vez atribuye las
tropelías cometidas en la adaptación a los personajes sin tener en cuenta su
versión literaria. Ahí es cuando ellos ganan: cuando imponen su visión.
Meereen parecía encauzarse correctamente en esta quinta temporada:
algunos de los mayores errores del gobierno de Daenerys en las novelas se
trasladaban y adaptaban de forma muy visual y clara en la adaptación. ¿Lo malo?
Que sólo era un camino, unos cuantos baches hasta que Tyrion apareciera y se
convirtiera en el consejero perfecto: el complemento ideal para hacer de la
Khaleesi la candidata ejemplar para el gobierno de Poniente. Esto no sólo
ocurre de una forma ligeramente forzada, sino que se extingue en dos
conversaciones construidas con el único afán de vendérnosla y conducir
nuevamente al espectador hacia la visión que ellos defienden.
Por otro lado, tramas como la de Stannis parecían reivindicar los grises
del personaje. Otro engaño: en la season finale de la temporada este personaje
asesina a su propia hija y única heredera. La intención de esta gente era
elaborar una especie de plot-twist martinesco, una Boda Roja pobremente
planteada que además serviría de compensación (y contradicción) ética de todas
las escenas maravillosas que parecían arrojar algo de luz sobre esta oscura
adaptación del último rey Baratheon. ¿Para qué? Quién sabe, quizás sea para
hacer que Brienne consuma sus deseos de venganza sin que el espectador la pueda
culpar de nada. O quizás sólo sea una mala idea que ocasionalmente apareció a
la hora de elaborar la escaleta de la temporada. Lo único que sabemos a ciencia
cierta es que los showrunners han declarado su animadversión hacia Stannis en
numerosas entrevistas, y que ésta se refleja en la versión televisiva del
personaje.
Ellos mismos deberían de entender que esta forma de hacer las cosas
boicotea su propio producto. Yo no les pido favoritismo por ningún personaje
que a mí me guste, sólo que recuperen algo esencial de la obra de Martin, lo
mínimo que se le podría pedir a una adaptación de la misma: una visión
imparcial. De otra forma, pedirnos que nos tomemos en serio Juego de tronos es,
valga la redundancia, poco serio.
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