jueves, 26 de diciembre de 2013

Es ella


 Nueva etapa. Como un jamón navideño con exceso de tocino. Como la deliciosa tarta de frambuesa que cocinó tu peor enemigo.


 Ya llega la nueva oleada de basura denunciable que deja un incómodo regustillo dulce.  Ha vuelto el "guilty pleasure". Ha vuelto la majadería.

martes, 22 de octubre de 2013

Las muecas no hablaron

 Cada dos de las tres personas que conoces han sido inducidas a competir en un torneo involuntariamente. Asumimos que conoces tres personas, ¿sabes? Vamos de sobrados. Tanto, que hablamos en plural y nos inventamos datos. Y somos uno.

También asumimos que dos de las tres personas que conoces
son Kim Kardashian y Jay Z dándose el lote en bucle.

 A día de hoy, nos dirigimos a una época en la que cada persona será el gurú de otras tantas. Es un modelo de comportamiento que está emergiendo, un nuevo axioma social.

Ya lo has conseguido: me cago en tu puta madre.

 Y es que, volviendo al primer dato, cuatro de cada cinco seres humanos consumen vídeos sobre redes sociales y los convierten en cintas VHS para golpear a sus madres. Vivimos tiempos jodidos.

Dime de qué presumes y te diré de qué careces.

miércoles, 14 de agosto de 2013

¡Ojalá te guste Pokémon!


 Cuando cursaba primaria (no recuerdo el curso exacto, pero juraría que rondaba los nueve años) se nos propuso realizar un trabajo de plástica en el que teníamos que, en grupos, dibujar en cartulinas considerablemente grandes escenas de temática greco-romana. Cada grupo lo presidía una persona que indicaba la idea general del proyecto, determinando cómo iba a ser una vez acabado.

 El caso es que una niña de clase terminó trabajando sola y lo hizo de principio a fin sin ninguna influencia externa.

 El resultado fue una especie de predicador romano tremendamente deforme embutido en una toga y con una corona de laureles rodeando su cabeza que portaba una pancarta en la que ponía: "¡Ojalá te guste Pokémon!". Al lado, pegado con pegamento, había una lámina recortada de un soldado romano extraído de "Astérix y Obélix".

 Me perturbó tantísimo que tuve que preguntarle de qué iba todo esto, y ni ella misma me supo responder. La cartulina estaba pegada en una pared de clase y la veía cada día. 

 No sé si a los demás niños les llamaba tanto la atención como a mí, pero os juro que me sigue fascinando hasta día de hoy. De hecho, he tenido que modificar el contenido de la pancarta (lo de arriba es la cartulina redibujada por mí de memoria) porque me jode la mente muchísimo la frase original. Y no es por mezclar "Pokémon" con la temática greco-romana. Es el DESEO de que te guste, expresado por ese ser, lo que acaba conmigo definitivamente.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Ahí abajo

 Florián Descartes jamás pensó en la vida como un camino recto. Si quería conceder a su existencia la categoría de viaje, el escenario más adecuado a su forma de desenvolverse era una selva con senderos tremendamente irregulares. Con un comportamiento más animal que humano, el futuro era irrelevante para él en cualquiera de sus acepciones. Además, el joven Florián padecía insomnio, aunque no le parecía un impedimento para frenar su salvaje ritmo de vida. 

 Mucha gente no dudaba en tildarlo de un pobre desgraciado, pero estaba claro que no sabían de qué estaban hablando. Florián era un tigre, una bestia con fauces afiladas. Esa noche había quedado con una chica con la que coincidió en un cursillo hace años. El joven defendía una filosofía muy personal: nunca descartes viejos y útiles conocidos. Al fin y al cabo, esa forma de pensar se adaptaba muy bien a su forma de ver la vida, pues no era más que otra forma de anclarse al presente sin mirar al futuro. 

 La chica era su media naranja. Se llamaba Sevilla, como la ciudad. Y a pesar de eso, era otro animal de la selva. Jugaba a su mismo juego. Pero Florián ni siquiera se planteó algo serio con ella. Era su ligue, y le iba a durar tanto como tardara en extraer todo su jugo. La había invitado a casa, y eso implicaba una preparación considerable por parte de nuestro amigo. Velas, cena, vino, Miles Davis sonando y una considerable cantidad de cocaína en el cuerpo de nuestro joven. Florián estaba atípicamente nervioso. No le gustaban los rechazos, y solía poner toda la carne en el asador para estas cosas; el error no era una opción válida. Lo difícil no iba a ser conquistarla, sino llevarla a la cama sin necesidad de plantear una segunda cita. La cosa estaba en finalizar el trabajo esa misma noche. La eficacia era su musa, y rara vez le dejaba poco inspirado.

 Sevilla llegaba en diez minutos. La preparación de Florián en ese intervalo de tiempo era una rutina de observar fijamente una foto de la chica hasta asimilarla del todo con tal de no ponerse nervioso. A decir verdad, el joven sí pensaba en un futuro: el de su miembro. Tras analizar detenidamente el rostro de la chica, el timbre sonó alto y claro. Florián abrió rápidamente para descubrir a Sevilla, más guapa que nunca, postrada en su portal. El rojo resplandeciente de su vestido se deslizaba por su cuerpo hasta sus piernas, perfectamente integradas en unas medias de encaje que llegaban hasta sus altos tacones negros. Su dorada melena brillaba con la intensidad de mil soles, y sus fríos ojos grises devoraban los del joven. Tuvo que tragar saliva, pero no estaba nervioso. Tan solo sentía cómo sus expectativas -que ya eran altas- se veían superadas al verla. 

 -Pasa, pasa. La cena está prácticamente lista.

La mujer se desplazaba lenta y elegantemente, como una gata catando un entorno de ratones asustados. Florián no era ningún ratón, y mucho menos estaba asustado, pero sintió cierta incomodidad al intuir un intento de intimidación. Normalmente era al revés.

 -Tienes una bonita casa -apuntó Sevilla-. Es una lástima que vayas a irte a vivir fuera.

Aquella era otra de las mentiras del joven: esa no era su casa. Un íntimo le pidió que la cuidara mientras estaba de viaje, y él no dudó en usarla como picadero improvisado. 

 -Sí... es una pena abandonar un sitio donde has estado casi toda una vida -Florián volvió a mentir-. Me gustaría haberme quedado más. 

 Sevilla se sentó, y Florián sirvió los platos gentilmente. Había preparado un entrecot con salsa roquefort y espárragos a la plancha, acompañados de varias tiras de pimiento caramelizado y un vino tinto que había encontrado en la despensa de la casa. No tardaron en comer, y el silencio inundó el salón. Pese a lo incómodo de la situación, Florián sintió cómo la confianza en sí mismo volvía a aumentar. Estaba claro que a Sevilla le estaba encantando lo que había preparado, y, cómo no, eso para él era una garantía total de sexo.

 Ella le miró a los ojos, y no tardó en devolver la mirada. Sin darse cuenta, cada bocado que daban no les impedía dejar de mirarse. Estaban contemplándose con una frialdad felina, algo muy propio de ambos, pero que jamás habían experimentado. De pronto, Sevilla mordió con fuerza un espárrago y lo masticó con una recreación casi masturbatoria. A Florián le gustó mucho ese juego, así que él subió la apuesta a un trozo de carne, repitiendo la misma operación. Ella decidió pasar al siguiente nivel: agarró un pimiento con las manos, y tras deslizarlo suavemente por su mejilla, dejando una hilera roja en forma de media sonrisa hasta la comisura de su boca, lo mordió con una fuerza animal. Eso impulsó a Florián a levantarse, acercarse a ella desde el otro lado de la mesa y besarla con pasión. Ella, evidentemente, cedió y cayó en sus redes. Tras un apasionado minuto besándose, el joven volvió a su asiento para meterse debajo de la mesa. Era el momento: le iba a comer el coño.

 Cuando apartó el mantel de la mesa y se introdujo dentro, Florián notó una pequeña caída y se golpeó la cabeza contra el suelo. El momento, aparte de anticlimático, fue humillante. No veía nada, y cerraba los ojos con fuerza por el dolor. Puso la mano en el suelo para reincorporarse, y el tacto de éste no le resultó normal. Lo áspero y caliente del mismo le hizo abrir los ojos sorprendido, y fue entonces cuando empezó a no comprender nada. La luz del sol abrasador le cegó de primeras, pero no tardó en acostumbrarse para descubrir que se encontraba en medio de una larga carretera en medio de una llanura seca e infinita. A lo lejos, en medio del carril, había una silueta que se iba acercando lentamente. El joven, débil y confuso, se limitó a esperarla. Cuando se acercó a él, determinó finalmente cómo era, pero nunca había visto nada igual. La cara de Sevilla se encontraba adherida al cuerpo de un carnero de proporciones considerablemente grandes, y viraba los ojos enloquecidamente dentro de sus órbitas. Florián habló por instinto, no pensó.

-Tu coño...

De repente, los ojos nerviosos pararon en seco y le miraron fijamente con la frialdad de la primera vez, reviviendo el momento en forma de guiño bizarro. 

-Una cara no puede tener cara, al igual que un coño no puede tener coño -dijo el ser.

 Florián captó rápidamente el mensaje, aunque no por ello le resultó menos perturbador. ¿Aquello era...? Imposible. Intuyó que todo lo anterior con Sevilla había sido un sueño y tuvo que despertar ahí. ¿O el golpe le había afectado demasiado? Era más probable. Sí, seguramente eso fuera el sueño, aunque se sintió extrañamente consciente y decidido. 

 El joven se acercó a la cara del ser y lo besó con suavidad en los labios. No tardó en dar más profundidad al beso. Besó con pasión a ese extraño híbrido, y tampoco escatimó en empezar a usar la lengua. Cuando se dio cuenta, estaba lamiendo todo el rostro de forma adictiva y obscena. No podía parar aquello. Bajó un poco y llegó al vientre peludo del ser, que se acostó boca arriba en el asfalto para permitir a Florián desempeñar su trabajo. Lamió cada parte del vello de su barriga, llena de piel pellejosa y seca. Tardó en darse cuenta de que casi se había ahogado en pelo cuando escupió una gran bola húmeda. Eso le provocó una erección y repitió el proceso hasta generar otra bola capilar todavía más grande. Lamió también sus pezuñas, llenándose la boca de tierra y suciedad del suelo. Pronto se descubrió lamiendo el propio asfalto con intensidad y fuerza, y en un parpadeo, todo se volvió oscuro de nuevo. 

  -¿Florián? ¿Florián, estás bien? 

 Descubrió a Sevilla, otra vez en la casa, mirándole fijamente tras salir de debajo de la mesa. ¿Qué había pasado ahí dentro? El chico se sentía profundamente perdido, y rápidamente se incorporó con ayuda de la chica. 

 -Lo siento, no sé qué he hecho. No sé por qué he salido de ahí.

 -Da igual, Florián. Por cierto, la cena estaba buenísima. -indicó ella.

 Miró a la mesa y vio cómo ella se había acabado todo, al contrario que él. Se tocó la frente para comprobar si estaba febril. Nada. Parecía que su mente se la había jugado.

 -Oye, me voy a ir ya -anunció Sevilla-. Tengo que llegar a casa pronto, que mañana trabajo.

 Con eso, Florián descartó cualquier posibilidad de sexo. La misión había fallado, pero no le importaba mucho ahora. El trance anterior le había descolocado, y se sentía con pocas fuerzas para recuperarse de una experiencia así. Decidió acompañarla hasta la puerta de abajo y despedirse de ella tranquilamente. Tampoco le interesaba saber nada más de esa chica. No es que le desagradara, pero le daba igual conseguir algo a estas alturas.

 -Bueno, ten cuidado. Creo que ahí viene tu taxi.

 -Sí, parece que sí -Sevilla miró al suelo fijamente y se apresuró a levantar la vista y observar ilusionada a Florián. Se acercó a él y se colocó junto a su oído-. Por cierto... -dijo ella- Pocos siguen adelante tras ver lo que tú has visto -Florián se apartó con delicadeza y la miró a los ojos, confundido-. Me ha encantado lo que me has hecho ahí abajo.

martes, 9 de julio de 2013

¡KHAAAAAAAAAAAAAAAAAN!



 El porvenir es un misterio, pero si había algo realmente impredecible dentro de lo impredecible era verme, a día de hoy, tan fascinado por 'Star Trek'.

 J.J Abrams es un dream-maker de los que ya no quedan. Aunque todos los directores actuales de género beban muchísimo del cine ochentero y de esa generación de cineastas que incluye a  gente como George Lucas, Steven Spielberg, Ridley Scott, Paul Verhoeven, James Cameron, Joe Dante, Richard Donner, Sam Raimi o Robert Zemeckis, pocos han sabido evocar tantísimo la sensación de "factoría de sueños" que reflejaban los blockbusters de esa época como el que nos ocupa. Y bueno, yo no me siento solo al decir que amo profundamente esa escuela y su legado.

 Los que crecimos con las cintas de los anteriormente citados nos corremos con cualquier eco realmente significativo que se intuya en las películas actuales. Añorábamos un revival que ahora se está asentando por pura necesidad, pues las nuevas formas de hacer cine empezaban a desgastarse por limitadas e insulsas. 

 Sin embargo, 'Star Trek' nunca llegó a pertenecer a esa corriente blockbuster, al menos en estilo. Las primeras películas de la saga se caracterizaban por su ritmo pausado y su narración densa, cosa que se identificaba poco o nada con la corriente de la época, más asidua a mostrar soldados robot pateando culos y batallas de espadas láser en estaciones espaciales. Abrams ha decidido hacer de hereje incluyendo esta saga en su revival ochentero, haciéndola a la vieja usanza pero sin emular la tradición trekkie. Y le funciona que te cagas.

 La nueva 'Into Darkness', paralela en muchos sentidos a la ya mítica 'The Wrath of Khan', es una clara revisión de una tradición generacional que nunca llegó a tocar la saga. Pero funciona increíblemente bien al mantener, en muchos sentidos, la esencia más básica de sus precuelas clásicas siendo consciente de la corriente estilística que, por otro lado, transmite con solidez.

 Pensar en este tío haciendo una nueva entrega de 'Star Wars' me parece, a priori, maravilloso. Ahí, de hecho, no hará falta ninguna herejía; su fórmula encaja a la perfección con la franquicia que tiene entre manos.

jueves, 4 de julio de 2013

Bocadillos de jamón con arena

 Julio está entrando sin piedad y eso implica que estamos en los primeros días de verano. Que si el refresquito, que si la playita, que si el chiringuito, que si las chiquitas, que si los chiquitos, que si la arenita, que si el calorcito... ya sabes; los jugosísimos tópicos veraniegos (que adoro y respeto). Pero lo que más llama la atención de esta caótica amalgama es, como siempre, su efecto en la gente.

 Si hay algo que jamás dejará de sorprenderme en verano son las personas que, en su momento de lucidez supina, cuando el dios de la inspiración visita sus hogares y le da cobijo en su confortable vientre peludo, decide quejarse hasta la infamia de las altas temperaturas. Como si de una anomalía enfermiza se tratase, el cerebro de este grupo de personas parece, año tras año, sorprenderse como un pez amnésico ante la idea de que en verano apriete el calor. Y ojo, no me parece nada mal que te guste el frío. A mí me encanta el frío. De hecho, puede que lo prefiera al calor. Pero hacer gala de tu deficiente adaptabilidad ante el tiempo y reivindicarlo como una distinción meritoria me parece poquito menos que bochornoso.

 Una de las cosas que más mola en este mundo es intentar sacarle el jugo a todo. No digo yo que lo popular deba gustarte a la fuerza, pero nunca está de más abrazar las tendencias (sin forzar tus gustos, y evidentemente no limitándote a ellas) y ver qué puedes extraer en claro de las mismas. Y al fin y al cabo, la macrotendencia que es toda esta actitud buenrrollista que vira alrededor del verano deriva en tradición y cultura. Además, el verano tiene elementos simbólicos muy atrayentes: una nochecita en la playa, un cine al aire libre, socialización constante... en fin.

 Evidentemente hablo desde mi punto de vista, pero me parece tan innegable la potencial fuente nostálgica y de buenos recuerdos que puede implicar que me cuesta entender que la gente que rechaza firmemente esta época del año no acabe cediendo y cayendo en las fauces arenosas del dios del verano.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Lancaster

 Cuando crezca y esté capacitado, rodaré una película protagonizada por pigmeos que descarten ser esclavos. Lejos de querer emular a Herzog, quiero proponer una revolución necesaria, constructiva y rompedora.

 Una madre canalizará su amargura en humo; quemará sus venas y destruirá su cuerpo para no ver más al hijo que nunca quiso tener. Un proxeneta se enamorará de su puta más cara y arremeterá contra los clientes que la requieran. Un lagarto buscará escapar de su jaula, consiguiéndolo cuando la revolución se consume y los protagonistas obtengan todo aquello por lo que han luchado. Tras eso, una gran peste acabará con parte de la población y el lagarto será atropellado por un camión que transportaba restos de meteorito a un laboratorio.


 Al final aparecerá uno de los pigmeos disfrazado de Lenin preparando unas lentejas. Defecará en el plato de las mismas y lo derramará sobre una bombilla azul. Y se cagará en tus muertos.

sábado, 26 de enero de 2013

EXTERMINATE!

 Como muchos habréis adivinado por el título de la entrada, he empezado a ver Doctor Who. Y nunca es tarde para enfrentarse a tal mitiquez, o al menos así lo entiendo yo. Por ahora, como buen hijo de mi época falto de autenticidad y cojones, he empezado con la serie nueva, la que arrancó en 2005, y de manera absolutamente profana. Si ha habido alguna referencia o se ha relacionado algo de lo visto en los primeros siete episodios con la serie original, no lo he pillado.

 Mis primeras impresiones van a ser, con casi total seguridad, tan evidentes que seguramente hasta redunde emitirlas de manera abierta. Pero oye, no me voy a arriesgar a callarme algo interesante y voy a vomitar de la mejor manera posible todo lo que se me esté pasando por la cabeza sobre lo visto.

 Su mecanismo y sus encantos formales son clarísimos: la serie usa la inocencia autoconsciente  (sin una pizca de ironía fácil) como arma principal para deslumbrar al espectador. En todo momento nos sorprende con efectos especiales de una cutrez hechizante, que al compás de historias con una base impresionantemente sencilla, nos llevan a situaciones algo más originales que parecen ser impelidas por un poder narrativo contrarrestante que dote al conjunto de un sabor fresco y adictivo.

 Y hasta ahora y por lo que he visto, funciona a la perfección. Además, su carácter atemporal viene muy marcado al ser un producto con una lógica interna tan carente de fobias. Por ahora no puedo decir mucho más, pero me está encandilando. Habrá que ver cómo llevan las riendas en todo lo que me queda. Pero en fin, que es muy bonita y ligera como cereales dietéticos.

viernes, 25 de enero de 2013

Legitimidad

 Pues nada, tras varios making off relativamente insulsos y un par de teasers -uno con algo de jugo y otro meramente promocional que no tiene casi nada que ver con la serie en sí-, por fin tenemos las primeras imágenes de lo que serán los personajes en la cada vez más cercana nueva temporada de Juego de Tronos.

 ¿Cómo pinta? Pues como viene pintando la serie desde su primera emisión en 2011. Impresionante y cuidadísima en todos sus aspectos. Algunas fotos pecan de producir la más profunda y absoluta indiferencia -no se hartan de mostrarnos la delicada cicatriz de Tyrion, que poco tiene que ver con la mutilación que sufre en la novela-, mientras que otras se presentan sencillamente acojonantes y, por fin, mostrando más chicha -que no carne- que antes. Y es que, a diferencia de aquel maravilloso aperitivo que nos dieron en forma de tráiler cuando esperábamos la segunda temporada (this), lo que nos han mostrado en ésta ha sido, hasta hoy, decepcionante por escaso.

 Ciertas imágenes no tienen desperdicio. A recalcar ese maravilloso Stephen Dillane embutido en las pieles de Stannis Baratheon, los nuevos -e insistentemente reivindicados- Ellie Kendrick y Thomas Brodie-Sangster en los papeles de Meera y Jojen Reed respectivamente y el fabuloso Paul Kaye en las carnes de Thoros de Myr.

 Podéis ver todas las fotos aquí. Además, si observáis bien el nombre de los archivos, veréis el número del capítulo al que pertenece cada una. Vamos, que no tiene desperdicio en lo que respecta a elucubraciones y teorías de cara a los lectores. Es más, yo ya me he hecho unas cuantas y me he montado una supuesta estructura adaptada de la primera mitad de Tormenta de Espadas. Y ciertamente se me hace muy, pero que muy suculento lo que pueda venir. Vamos, que estoy salivando

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sábado, 19 de enero de 2013

Casas que ya no existen

  Empezar un blog a raíz de algo que has soñado es bien jodido. Las pesadillas inquietan y aterran a nivel sobrenatural más que cualquier otra cosa en la vida de un ser humano corriente, claro está. Pero realmente no es ese el punto del que venía a hablar hoy. Cuando los sueños se convierten en algo recurrente y muy relacionado con la realidad, a modo de recordatorio psicológico de que algo funciona (o no) de determinada manera en tu mente, dejar de pensar en ello se torna inevitable. 

  A día de hoy he tenido incontables sueños con algo en concreto, o al menos, que viraban alrededor de ello: el antiguo chalet de mis abuelos. Hace cinco años (o por ahí andará) que dicho chalet está destruido y se mudaron a uno cercano que estaba recién edificado, pero en el primero pasé toda mi vida. Todos los veranos tocaba irse temporadas largas allí, y hacía vida con los otros chavales que vivían en chalets contiguos. Una importantísima parte de mi infancia y de los recuerdos que ésta conlleva se almacenan entre aquellas paredes, el patio, la playa y la carretera de piedras que recorría todo el vecindario. Y ahora, años después, no paro de soñar con ello.

  Realmente preveo que no será algo poco común soñar con un elemento en concreto que conforme el pasado, pero realmente tampoco me preocupo mucho por ello. Simplemente me parece curioso el hecho de soñar con distintas situaciones que acontecen en ese lugar, ya sea intacto u en los albores de su destrucción, cuando ya habían abandonado la casa pero seguíamos bajando por la zona. Tampoco me quiero extender mucho con respecto a ello. Digamos que, pese a ser absolutamente cierto, lo he usado a modo de entradilla para este blog que principalmente voy a enfocar al cine; comentar películas, estrenos, etc... del modo más subjetivo posible, esto es, una visión muy personal de lo que está por venir, lo que ya he visto y lo que me falta por ver. Tampoco será exclusivamente de cine (o sí, vaya usted a saber), pero como mínimo será el tema principal del mismo. Y si no resulta... pues oye, me voy a la mierda.

 Un besito.