miércoles, 9 de abril de 2014

Review 'Game of Thrones' 4x01 - Two Swords

 Venga, va. Hablemos un poco de 'Game of Thrones'. Que a mí me encanta parlotear sobre esta serie (y sobre 'Canción de Hielo y Fuego' en general) pero nunca me animo a escribir reviews ni nada parecido. Siempre siento que he comentado todo con colegas y se me hace un poco insulso decir algo más, pero hoy me apetece. Estoy juguetón. Y a lo mejor lo hago con toda la temporada, ya que posiblemente sea la más interesante de la serie. Ah, y si no habéis leído los libros, no os preocupéis por los spoilers. Los habrá, pero estarán ocultos.

 La temporada empieza, como viene siendo tradición en la serie (salvo en la segunda), con una escena anterior al opening tras un "previously". La secuencia, que nos muestra un Tywin especialmente villanesco convirtiendo a Hielo, el mandoble de la ya moribunda Casa Stark, en las dos armas que dan título al episodio (Guardajuramentos y Lamento de Viuda), se coloca muy por delante de la insatisfactoria visión de la Batalla del Puño que se encargó de arrancar la tercera temporada. Y aunque no llega al nivel de la fantástica introducción de la primera (esa imagen icónica de los Guardias caminando entre los árboles y la nieve más allá del Muro es insuperable), esta escena nos da jugosas y simbólicas imagenes que son ya 'highlights' del capítulo. Sin  hablar. Solo una solemne y delicada versión del tema Stark que se transforma en  Las Lluvias de Castamere más burlonas y altaneras posibles. El león contempla fríamente la caída del lobo, seguro junto al calor de la forja. El final de un ciclo.


 Si había algo muy acertado al dividir 'Tormenta de Espadas' en dos partes es que, tras la muerte de Robb y Catelyn, se cierra uno de los frentes protagónicos de la saga en seco y ésta se ve obligada a, en cierto modo, reescribirse a sí misma. La Boda Roja supone un cambio total en el juego, y una brecha entre temporadas que, unida a esa introducción fatalista que sepulta metafóricamente a la Casa Stark, marca una especie de reinicio. De punto y aparte. De hecho, es curioso que este cambio entre dos temporadas que adapten el mismo libro se note mucho menos continuista de lo que fue el de la segunda a la tercera, que sí estaba adaptando dos novelas distintas. Y es que, aunque haya algunas pocas tramas que sí quedaron un poco en el aire en la tercera temporada, la mayoría de ellas pareció llegar a un punto muy distinto en su final.

 Tras el opening (que nos trae como novedades Fuerte Terror, la fortaleza de la Casa Bolton y Meereen, la ciudad esclavista en la que seguiremos las divertidísimas aventuras de Daenerys Targaryen), lo primero que vemos es a un Jaime Lannister totalmente renovado (con un corte de pelo muy acorde a las novelas y un no tan acorde afeitado). Está claro que parte del cambio de look se debe a una impresión visual asociada a la nueva visión que tenemos del personaje tras lo acontecido en la tercera temporada. Ya no es el personaje unidimensional, chulesco y villano que vimos al principio de la serie. Hay un cambio; ahora tenemos a un ser humano complejo, con sus inseguridades y claroscuros. Y aunque la interacción con su padre viene a ser una repetición de lo que vimos en la primera temporada (Tywin intenta que Jaime deje la Guardia Real y se convierta en el Señor de Roca Casterly, heredando su puesto), aquí se une a la ecuación el hecho de que nuestro Matarreyes se ha quedado manco, y su calidad como espadachín es más cuestionable que nunca. La escena, aunque funciona, deja la sensación de estar ligeramente desaprovechada, alargada, y no llega a aportar nada realmente nuevo a ninguno de los personajes. Pero la acepto como un recordatorio eventual para mantenernos en situación.



 No hay que desesperar. Tras esto ya nos empiezan a introducir chicha importante. En una conversación entre Bronn, Pod y Tyrion en medio de un bosque se nos habla de los dornienses. Y tras una llegada poco espectacular de varias casas menores, se nos presenta el que es uno de los atractivos más importantes de esta temporada: Oberyn Martell, la Víbora Roja. Interpretado por un maravilloso Pedro Pascal, acompañado de la siempre brillante Indira Varma en el papel de Ellaria Arena, nos brindan una de las escenas introductorias más geniales de toda la serie. Este nuevo personaje nos ha dado en cinco minutos más fuego que cualquier dragón digital en el resto de capítulos. La pasión (en la violencia y en el amor) que desprende es magnética, y desvía nuestra atención en el acto hacia el que seguramente será uno de los personajes favoritos de los fans. Especialmente destacable el momento en el que cuenta sus motivaciones y deja claro que ha llegado a Desembarco del Rey por venganza y no por la boda real. Grande también que no se hayan puesto a sobreexplicar e incidir innecesariamente en el tema de Lyanna. Que sí, que puede que el espectador no lector necesite recordatorios más explícitos, pero siempre es agradable (sobre todo tal y como está el cine hoy en día) que no traten al respetable de estúpido y dejen buscar al mismo los datos que se le escapan.

 Tenemos unas cuantas más escenas con Jaime. Quizás es hasta algo excesivo teniendo en cuenta que el reencuentro más interesante (aparte de Cersei) podría haber sido con Tyrion y no se da. De hecho, uno de los puntos flojos del episodio es la cantidad abusiva de trama en Desembarco del Rey. Aun así, hay puntos interesantes: la escena entre Tyrion y Sansa es preciosa, con una Sophie Turner que cada día que pasa es mejor actriz. También hay un momento íntimo entre Tyrion y Shae muy jugoso (SPOILERy reconfortante para los fans de los libros que esperábamos una desviación importante en esta trama) y la aparición de Dontos, que (esto no es ningún spoiler) los lectores demandábamos hace unas cuantas temporadas y que, pese a ser agradecible, se resuelve con torpeza y forzadamente tras una risible secuencia de pseudo terror que no viene muy a cuento. Y por supuesto, la magnífica escena con Joffrey planeando la guardia en su boda, interpretado increíblemente bien por Jack Gleeson (SPOILER: qué pena que le quede tan poco) que vuelve a mostrar su crueldad (esta vez, más psicológica que física) con Jaime, que parece tener a toda su familia por la labor de hacer su vida más desagradable

 Con la trama de Daenerys vamos a acabar rápido y me temo que no voy a ser muy indulgente. No me gusta nada, especialmente desde el viaje hacia Meereen en adelante. Es tediosa, está llena de tópicos y se hace bastante aborrecible. Daario Naharis es un personaje que veo totalmente desubicado en el universo de 'Canción'; un arquetipo con patas de chulo prepotente al que presuntamente tenemos que querer porque "mola". Cuaja tan poco en la saga como la propia Daenerys, que se puede disfrutar desde lo icónico, pero es imposible encontrar ningún interés más allá de admirar el trabajo de CGI y diseño de producción al crear a sus dragones y su ejército. Ha llegado un punto en el que prefiero no tener en cuenta ni valorar sus peripecias, porque no me interesan lo más mínimo ni en las propias novelas. Le daría un minipunto por Iain Glen, que es un actor exquisito que se come rápido la pantalla y hace subir enteros el nivel, pero la verdad es que en este episodio no hace gran cosa. De hecho, le quito uno por mantener a Barristan Selmy como un anciano pachorro que se dedica a echar barriga y calentarse la calva tirado a la bartola. ¡Que es uno de los guerreros más fieros y míticos de Poniente, coño! Y ojo, ¡solo le hemos visto matar un bicho de un navajazo! Indignante.

 Pero bueno, las cosas malas por las que no lo son. Tenemos una enorme escena de Jon, ya en el Muro, como un hombre nuevo. Y eso se refleja en la actuación de Kit Harington, el caracartón por excelencia de la serie que, por fin, golpea con el puño en la mesa y muestra un poco más de determinación y oficio. Es más, diría que hasta está brillante en su juicio junto al maestre Aemon, Janos Slynt y el comandante en funciones Alliser Thorne. Aunque, para ser justos, el que se luce realmente de toda la cuadrilla es Peter Vaughan, con esa fantástica línea explicando cómo es capaz de detectar una verdad o una mentira que cierra la escena junto a una banda sonora magistral que nos remite al leitmotiv de Jon e Ygritte: "I grew up in King's Landing". Pelazos de punta, oye.



 Otro gran punto del episodio es la aparición del Magnar de Thenn, Styr, junto a sus thennitas. Aquí hay un cambio importante en cuanto a los libros, y es que aunque en el universo de 'Canción de Hielo y Fuego' sí existen los caníbales, no lo son los thennitas propiamente dichos. Pese a ello, me parece una idea brillante la de haberlos enfocado así. Son viscerales (jé), brutales y transmiten una sensación de peligrosidad que puede llegar a poner a uno los cojoncillos de corbata.

 Y por supuesto, el final. Ese final épico tras una de las escenas más tensas que se han podido disfrutar en la serie, con un Rory McCann espléndido interpretando a un Perro desafiante e imponente que consigue aterrar a media taberna amenazando (ojísimo) con comerse todo el pollo que se han atesorado los aberrantes hombres del Rey. Polliver, el cabroncete que se cargó a Lommy (el chavalín rubio que era amigo de nuestro entrañable Pastel Caliente) con Aguja (la espada que Jon regaló a Arya antes de partir hacia el Muro) hace su última aparición en la serie para ser asesinado por venganza con el ojo por ojo más satisfactorio posible, sobre todo para Arya. Enorme escena de acción, con momentos gore verdaderamente disfrutables y una resolución inmejorable, con una de las piezas musicales más brillantes y esperanzadoras que hemos podido escuchar en la serie.

 He echado de menos algunas tramas que se desplazaron para el segundo capítulo; Stannis, los Bolton y Bran (esta ya sí que me da un poco más de pereza). Pese a eso, me ha parecido un primer capítulo muy satisfactorio. No supera el nivel de los arranques de las dos primeras temporadas, que me parecen geniales, pero desde luego se codea con ellos y supera ampliamente al de la pasada, que fue bastante débil. Y desde luego, es un gustazo estar esperando otra semana sabiendo que cada lunes toca la obligada ración de 'Game of Thrones'. Y atención, que la de la semana que viene parece especialmente interesante.


No hay comentarios:

Publicar un comentario